lunes, 4 de octubre de 2010

Esto en España no pasa

Hola a todos. Ahí tenéis un artículo del Financial Times. La cosa no tiene desperdicio. Echadle un vistazo.

28.09.2010. Lucy Kelaway

La semana pasada, mientras dedicaba una columna a ensalzar la sencillez del lenguaje de Apple, Steve Jobs intercambiaba correos electrónicos con una joven estudiante que había intentado llevar al límite ese grado de simplicidad.
Chelsea Isaacs, estudiante de la Universidad de Long Island, se puso en contacto con Apple a fin de conseguir más información sobre el iPad para un trabajo que estaba preparando.
Tras intentarlo en seis ocasiones y en vista de que no obtenía respuesta alguna, la joven escribió directamente al consejero delegado para expresar su malestar al respecto. “Estimado Sr. Jobs, me pregunto cómo es posible que Apple preste tanta atención a las necesidades de los estudiantes, ya sea con su último gran producto o a través del servicio de atención al cliente de la compañía, y sin embargo, la oficina de Prensa no haya respondido a ninguna de mis preguntas que son fundamentales para mis resultados académicos”. Jobs respondió: “Entre nuestros objetivos no está el ayudarte a conseguir un buen expediente. Lo lamento”.
Chelsea redactó otro extenso mensaje en el que insistía en que Apple debería haber respondido aunque sólo fuera por cortesía, a lo que el ejecutivo contestó: tenemos más de 300 millones de usuarios y nos es imposible responder a todas las peticiones a menos que haya un problema de algún tipo. Disculpe”.

La estudiante, indignada, aseguró que era cliente de la empresa y que tenía un problema, a lo que Jobs replicó: “Por favor, déjenos en paz”. Aunque es muy probable que no fuera Jobs el que redactara estos correos, con independencia de que lo hiciera o no, se le ha juzgado mal. “No ha mostrado ninguna disposición a ayudar”, se lamentaba the Guardian. Varios de los lectores que más críticos se muestran con Apple me reenviaron el intercambio de mensajes invitándome a rectificar por haber ensalzado a la compañía hace una semana.
Lejos de hacerlo, aquí van algunos elogios más al grupo de Steve Jobs. Aunque puede que el directivo sea un tanto arrogante, si estos mensajes son suyos, le felicito por su claridad y porque estoy convencida de que tiene toda la razón.
La tarea de Chelsea también tiene su mérito. Sin darse cuenta, ha encontrado un asunto mucho más interesante del que hablar que el iPad. No obstante, debería aprender unas cuantas lecciones. La primera, la brevedad. Su primer mensaje tenía 473 palabras. El de Jobs, 12: conciso y fácil de entender.
La segunda, un directivo tiene el derecho de mostrarse grosero con un cliente. Éste no tiene por qué tener siempre la razón, sobre todo si se comporta como lo hizo Chelsea.
Además, en este caso en concreto, la airada respuesta de Jobs redunda en interés de todos. El directivo se limitó a recordarle sus prioridades. Si fuera accionista de Apple, me tranquilizaría saber que ayudar a Chelsea no es lo más importante para la compañía.
En este punto hay que insistir, ya que los estudiantes de hoy en día parecen no entenderlo. A menudo me escriben mensajes del tipo: “Estoy haciendo un trabajo de márketing. ¿Te importaría enviarme todo lo que hayas escrito del tema?” La próxima vez les contestaré directamente: “Pues sí: no me pagan por ello”.
Apuesto a que cuando Jobs era estudiante, si necesitaba ayuda hacía lo que todos nosotros en aquellos tiempos: preguntar al profesor o buscarse la vida. Pero la generación de Chelsea ha crecido pensando que su desarrollo es de interés público. Por desgracia, esta convicción está tan arraigada que los convincentes mensajes de Jobs no han llegado a la generación de la estudiante.
La semana pasada, la joven todavía esperaba indignada a que el ocupadísimo consejero delegado de una de las empresas más destacadas del mundo se disculpara. “No tengo nada en contra de él. Sólo espero que me llame”, aseguró con magnanimidad. Confío en que se quede toda la eternidad esperando esa llamada y que con el tiempo madure y descubra que, en la vida, una pequeña dosis de humildad nunca está de más.
The Financial Times Limited 2010. All Rights Reserved.

Curioso. Vamos a hacer una lista de las cosas que se refieren en este artículo y que probablemente no hubieran pasado de esta misma forma en España. 




En España, este empresario no hubiera escrito en ningún medio ensalzando su lenguaje. El lenguaje no importa en este país, y por supuesto, los empresarios no escriben.


Un superempresario aquí no intercambia correos con chicas estudiantes, a no ser que quiera salir en el sálvame de luxe y que la chica airee que al señor en cuestión, en la intimidad le gusta vestirse de lagarterana con ligueros de leopardo.


Chelsea Isaacs, estudiante de la Universidad de Long Island, se puso en contacto con Apple a fin de conseguir más información sobre el iPad para un trabajo que estaba preparando.


Aquí la estudiante no hubiera necesitado ponerse en contacto con Apple, ya que con el corta-pega de los foros de la red, hubiera tenido más que de sobra. Al ser universitaria, igual al presentar el trabajo imprimido, hubiera quitado hasta los enlaces y anuncios de las páginas copiadas.




Tras intentarlo en seis ocasiones y en vista de que no obtenía respuesta alguna, la joven escribió directamente al consejero delegado para expresar su malestar al respecto.


Aquí eso no hubiera ocurrido, los consejeros delegados de las empresas son ilocalizables. ¿Habéis intentado escribirle un email al presidente de Telefónica?, y además, la mayoría de los estudiantes no intenta seis veces una cosa.


 “Estimado Sr. Jobs, me pregunto cómo es posible que Apple preste tanta atención a las necesidades de los estudiantes, ya sea con su último gran producto o a través del servicio de atención al cliente de la compañía, y sin embargo, la oficina de Prensa no haya respondido a ninguna de mis preguntas que son fundamentales para mis resultados académicos”. Jobs respondió: “Entre nuestros objetivos no está el ayudarte a conseguir un buen expediente. Lo lamento”.


Yo no sabía que Apple, aparte de un descuento misérrimo, prestara atención a otras necesidades que las suyas propias, ni sabía que Apple tuviera una oficina para responder a algo. Será en USA, aquí -os lo dice uno que tiene media docena de trastos Apple-, de lo que Apple se preocupa muy bien, es de meterte la mano en la cartera si tienes la candidez de comprarles un aparato o software. El cliente es intrascendente para ellos y sus puntos de venta, y su servicio técnico y recambios, tienen más o menos los precios de la Mercedes-Benz. Cierto es que el Apple funciona muy, muy bien, pero el trato al cliente y los precios dejan que desear.


También es cierto por otra parte que un estudiante que quiere obtener buenos resultados académicos, debe aprender que no se puede abordar de esa manera a un profesional. La investigación requiere método, es decir, tú no puedes llegar a alguien que tiene un producto y decirle: cuéntamelo todo. No, no es así. En primer lugar tiene que haber un trabajo completo de documentación acerca del objeto a investigar y quien lo produce, y en segundo lugar, el investigador debe ser alguien dispuesto a su vez a aportar un nuevo punto de vista, cosa que debe traslucirse cuando se acude a las fuentes de información, que deben ser complementarias a la aportación del investigador, pero no la razón de ser del trabajo. De no ser así,  la ciencia no tiene sentido, porque se convierte en la reproducción de una fuente ya existente.


Y me diréis que una estudiante no tiene por qué saber eso. Pues sí, una estudiante universitaria debería conocer cuando se enfrenta a esto al menos los fundamentos de la observación científica, y los americanos son los grandes autores en este campo. 


¿Y el inefable Steve Jobs?¿chulesco o en su sitio? Ambas cosas, creo yo. No estoy de acuerdo en que un directivo tiene derecho a mostrarse grosero con un cliente. Ni con un cliente ni con nadie, pero menos con un cliente, porque eso puede costarle un grave descrédito a su imagen, y lo que es peor, en este mundo de redes sociales, unos cuantos millones de dólares en ventas si la cosa se convierte en una campaña mediática. Mal por parte de Jobs en las formas, a mí siempre me ha parecido que no hay cosa peor que un hippy arrepentido y millonario, nunca me han inspirado confianza.


Pero la generación de Chelsea ha crecido pensando que su desarrollo es de interés público. Por desgracia, esta convicción está tan arraigada que los convincentes mensajes de Jobs no han llegado a la generación de la estudiante


Esto es lo que más me gusta de todo el escrito de esta periodista. ¡qué diferencia de USA a España! 


En primer lugar, si esto lo escribe en España, la cuelgan, y yo creo que con razón. Pues sí, querida, el desarrollo de las nuevas generaciones de ciudadanos sí que es de interés público, porque alguien va a tener que gobernar y pagar las pensiones, y una generación de iletrados -que dicho sea de paso, se nos puede venir encima en cualquier momento si esto no cambia-, lo tiene peor para hacer ambas cosas. Sí, somos responsables de la educación de nuestros jóvenes.


En segundo lugar, los "convincentes" mensajes de Jobs no han llegado a esta generación ni van a llegar a ninguna, entre otras cosas, porque ni son convincentes ni son mensajes. El alto ejecutivo según lo que yo veo en este escrito, se ha limitado a decir:  "niña, tu trabajito me da igual, déjame tranquilo, guapa, que en esas cositas no nos entretenemos aquí", y se ha quedado tan amplio. No deja de ser un riesgo asumible por su parte, pero no es un mensaje ejemplificante ni constructivo, no le ha dicho a la niña "las cosas no se hacen así", sencillamente la ha mandado a paseo. Peor para él, un mundo de iletrados no comprará productos Apple. Si esta niña y su generación no aprenden a escribir, no necesitarán procesadores de texto a cien dólares la copia. Si Chelsea no llega a estudiar carrera no comprará el último macbook. Si yo fuera Steve, sería ligeramente más amable con la parroquia, aunque no lo parezca le va el futuro en ello.




En este punto hay que insistir, ya que los estudiantes de hoy en día parecen no entenderlo. A menudo me escriben mensajes del tipo: “Estoy haciendo un trabajo de márketing. ¿Te importaría enviarme todo lo que hayas escrito del tema?” La próxima vez les contestaré directamente: “Pues sí: no me pagan por ello”.


Pues vas a quedar como una reina, paradigma de elegancia y sin prepotencia ni chulería.




La semana pasada, la joven todavía esperaba indignada a que el ocupadísimo consejero delegado de una de las empresas más destacadas del mundo se disculpara. “No tengo nada en contra de él. Sólo espero que me llame”, aseguró con magnanimidad. Confío en que se quede toda la eternidad esperando esa llamada y que con el tiempo madure y descubra que, en la vida, una pequeña dosis de humildad nunca está de más.




Hombre, esto último es una guinda. Chelsea se ha hecho notar, y efectivamente, Steve no lo hará, y la periodista con su dosis de ironía aderezada con un toque de mala leche puede estar tranquila. Metiéndose con estudiantes cualquiera puede.


Quiero tener alumnos con el interés que tiene Chelsea. Si esta niña al año que viene se matricula en mi clase, le voy a dar un sobresaliente. Alguien le ha negado ayuda para mejorar su expediente y la noticia ha dado la vuelta al mundo. Matricúlate conmigo hija, que yo te prometo que te apruebo.


Para mañana me estudiáis la lección 3, de la página  5 a la 6. Y habrá examen aunque sea lunes, así que ya sabéis

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