sábado, 16 de octubre de 2010

Unmounting ZP

La verdad es que se ha liado muy seria el día de la fiesta nacional, de la Hispanidad o como queramos llamarlo. El presidente del gobierno ha sido abucheado en el acto de homenaje a los Caídos.
Me han dicho: ¿por qué no escribes lo que opinas acerca del tema? y yo he respondido que sí, y me he puesto a ello.

En primer lugar, ¿se puede abuchear a un presidente del Gobierno? Legalmente parece ser que sí, moralmente yo lo veo más discutible, pero es una conducta socialmente admitida, por lo que se ve, y amparada por la libertad de expresión como manifestación de descontento, así que no hay problema. A mí nunca dejará de dolerme que en España nos decepcionen las cosas como para tratar así al jefe del Gobierno, sea quien sea. ¿Alguien abuchea en USA a los presidentes? Sospecho que no, no sé si será porque son jefes de Estado al mismo tiempo, cosa que aquí no ocurre, o porque la conciencia cívica y de nación es otra. Pero vamos a ello, aquí es algo que se hace de vez en cuando.

¿se merecía que le abuchearan este hombre? Yo creo que si es una conducta socialmente admitida y el hecho de que sea un mal gobernante lo justifica, sí que se lo merecía sin duda, al menos para un porcentaje amplio de la sociedad, o al menos para el porcentaje de la sociedad que se hallaba allí presente y dentro de los allí presentes para quien lo hizo, porque supongo que no fueron todos. Por supuesto, interrumpir ese momento de homenaje a los que han dado su vida por servirnos a todos, es execrable, y a este respecto no diré más porque mi postura es clara y enérgica.

Y ahora viene la cuestión; Visto que en un principio se lo merece, ¿se le debe abuchear? Para mí, no, ni a él ni al que hubo antes ni al que venga después. A un hombre que tiene cinco, siete o diez millones de personas dispuestas a darle su voto, no se le debe humillar públicamente, sea de la ideología que sea y se llame como se llame. Lo que se debe hacer con él es criticarle con la palabra, en los medios, en la red, y al final, ir a las urnas y votar a otro para echarle. Sin más.

En este país el respeto es algo que prácticamente ha desaparecido de nuestras vidas, porque para empezar, nos respetamos muy poco a nosotros mismos. Uno de los males que muchas personas achacamos a los políticos, es que están consiguiendo que la enemistad que se profesan unos a otros, pase a los ciudadanos, creándose una fractura social entre simpatizantes de un partido y otro. Así se consigue algo terrible, y es que puede gobernar casi cualquiera que tenga la capacidad de enfrentar a los grupos sociales. Lo que se vende en la política de hoy, no es la bondad de uno mismo -hemos visto que puede llegar a ser prácticamente inexistente en un político-, sino la maldad del contrario.  Esto es más grave de lo que parece.

Abuchear a un presidente no deja de ser a fin de cuentas, pitar a la decisión de varios millones de personas. Yo creo que no debe hacerse, aunque el gobierno sea a día de hoy poco presentable. Si nos pusiéramos a enumerar lo pésimamente que hacen las cosas, no acabaríamos, aunque en la política española siempre hay una máxima; hay algo para lo que todo político español está sobradamente preparado, y ese algo es ser infinitamente más nefasto que su antecesor en el cargo, de tal manera que sea quien sea el próximo, puede ser sin sonrojarse mucho peor, -esto no es ciencia ficción aunque pueda parecerlo-. Lo de la ley que van a sacar ahora para evitar que vuelvan a silbarles, me parece una broma de mal gusto. El hecho de que opinemos que no se debiera hacer, no significa que nadie tenga derecho a silenciar la voz del pueblo, por inoportuna o desagradable que pueda resultar a veces en sus manifestaciones.

De todas formas, y como aquí se arregla todo, yo os voy a decir lo que haría con los políticos.  Disolvería todas las cámaras y convocaría nuevas elecciones con una sola norma para el que quisiera entrar en política: El sueldo de los políticos iba a ser exactamente el mismo que apareció en la última nómina de su actividad profesional anterior. De esta forma, habría quien ganaría un buen dinero, otros 80.000 pelas de las de antes... y otros 0. Ya veríais como muchas caras cambiaban. Sencillamente, en el Congreso se sentarían otros, de los que hay ahora, muy pocos quedarían allí. ¿sabéis cuánto gana al mes el actual alcalde de Nueva York? Un dólar. El tal señor Bloomberg -multimillonario a la sazón-, considera que ser alcalde de esa ciudad es una cosa que ha de darle prestigio, no dinero. Y algo parecido es lo que yo haría con los políticos de aquí. Lo que no se puede es saltar de las aulas de la universidad al aparato de un partido político, y de ahí a un gobierno sin haber tenido nunca ni oficio ni beneficio, porque eso no prepara para gobernar, y no es ético. Un político no puede ser alguien que si no está en política no come, eso es contraproducente. De la política uno no debería salir ni más rico ni más pobre que lo que entró, porque la política no debiera ser una profesión bajo ninguno de los conceptos. Y luego otra cosa. Nadie más de ocho años en un cargo electo, y desde luego, listas abiertas, y un ciudadano, un voto, eso de las circunscripciones es una tomadura de pelo.

En fin, mejor lo dejamos aquí. Que paséis buen domingo.  

jueves, 14 de octubre de 2010

Muscles in action

Esta semana he vuelto al gimnasio tras muchos años que no pisaba uno. El gimnasio, que ya no se llama así, sino "wellness center", es un lugar enorme y bien ventilado al que los individuos como yo van cuando ya están que no pueden con los huevos, de tan oxidada como tienen la bisagra, dicho así en román paladino. Me he encontrado con un lugar muy distinto a los que yo visité en mi juventud para boxear y hacer pesas. Ya no se fuma ni van matones a pegarse, no puedes desafiar a nadie en ese antro oscuro y maloliente que eran los gimnasios de mi juventud. Ahora están llenos de máquinas que sólo se ponen en marcha cuando introduces una llave electrónica que lo primero que informa a la máquina es si estás al corriente de pago, por si al entrar te has colado por esa especie de barras como las de metro que hay a la puerta. Una vez metes la llave en la máquina, el aparato infernal te llama por tu nombre y se pone en marcha durante los minutos que tu "personal trainer" ha puesto en el ordenador que debes hacer. Cuando acabas de esa máquina ella misma te manda a otra, y así hasta el final. El ordenador sabe perfectamente si haces los ejercicios y si los hiciste ayer, y no puedes hacer ni un movimiento más si el trainer no se lo ha dicho previamente al ordenador.

El resultado es bueno, pero entrenas como un robot. El personal que hay no es el que había antiguamente; porteros de discoteca atocinados levantando kilos y kilos, macarras haciendo full contact en camiseta de tirantes, contando sus peleas en los descansos y haciendo guantes que acababan a primera sangre las más veces, y muy rara vez una chica, detrás de las que todos los parroquianos del gimnasio babeaban y se ponían cerca de ella a ver si conseguían impresionarla a base de sudor y músculo. Nada de eso. Hoy en el gimnasio -o wellness leches de eso-, lo que hay son cachas vigoréxicos con gafas de pasta, salas luminosas y bien ambientadas llenas de churris preciosas haciendo aerobic, spinning, step y cosas de esas, vestidas con mallas de diseño. ¡¡Mamma mía!! Empleados de banca, profesores de secundaria que van a quitar el michelín pedagógico, casadas que quieren mantener la pulsión carnal, y algunos atocinados y oxidados y oxidadas como yo que nos escondemos en las máquinas de las esquinas abochornados por haber abandonado nuestro cuerpo hace mucho tiempo suplicándole a Santa Rita que nos lo devuelva. El full contact ya no existe, ahora hay una cosa que se llama body combat, que es aerobic con golpes simulados -las mozas están encantadoras haciéndolo-, no se hace kárate, sino batuka, y muchas cosas así. 

Los vigoréxicos me miran con desprecio, las churris tonificadas por el fitness ni me miran, el único de mis encantos que no puedo desplegar ahí es el intelectual, y de todos los que podría desplegar, no tengo ninguno, o sea que mi dignísima esposa puede estar sumamente tranquila. En fin, que sudo y sufro. Es que no se puede perder la hombría cada vez que se ve una cerveza y una salchicha de frankfurt, luego se atocina uno y pasa lo que pasa. 

Pero hay algo que me pone juguetón, y no son precisamente las clientas del gimnasio. El primer día, cuando estaba a punto de subirme al primero de esos engendros diabólicos digitales, me acompañaba una entrenadora, un encanto de chica, que con la explicación de cómo utilizarlo, acababa mi pre-entrenamiento. Cuando estaba a punto de poner en marcha la máquina, miré a los ojos de la encantadora deportista y le dije:

-Oye guapa, ¿te puedo hacer una última pregunta?
-Sí, claro, por supuesto -respondió ella sin dejar de sonreír-
-Mira, quiero saber si alguna vez un cuarentón oxidado y tirando a gordo como yo, ha conseguido ponerse en forma.
La chica bajó los ojos, y sin mirarme, respondió con una evasiva:

-Hombre, no sé.... 
-O sea, que no ha pasado nunca -respondí yo-
-No sé... sí... no.... no conozco a ninguno, pero....a lo mejor sí....
-Bien, gracias, no te preocupes -respondí dando por finalizada la conversación, porque vi que la chica se azoraba-

O sea que estadísticamente los tíos como yo no recuperan jamás la forma, esa es la realidad. Bien, mi objetivo es romper la estadística y recuperar el tono muscular, la capacidad torácica y todas esas cosas. Si este blog se cierra porque he sufrido un infarto, ya sabéis cómo habrá sido. 

El del bañador naranja soy yo. Os he engañado a todos. La chica que lleva un "21" en la pierna es amiga mía y se llama Loli, cuando queráis os la puedo presentar. Con la del bañador rojo que está a mi derecha es que hace tiempo que lo dejamos, y ya sabéis, no me gusta revolver las cosas pasadas.



martes, 5 de octubre de 2010

Ahí os va un correo que me manda mi amigo Gonzalo desde Irlanda, aunque a él, me quiero figurar que le habrá llegado desde España. No os comentaré nada porque las cosas que dicen verdades así ha de leerlas cada uno y sacar sus conclusiones. Un saludo a todos.

 



      Carta de una profesora

      En su Artículo I: De su definicion y division, hay un párrafo que dice:
      Los participios activos son de una sola terminacion que conviene al género masculino y femenino, y al artículo y
      pronombres neutros.
      NO LO BORRES SIN LEERLO, APRENDERÁS ALGO O, MEJOR DICHO, RECORDARÁS ALGO...
      Está escrito por una profesora de un instituto público.
      CONTRA LA TONTUNA LINGÜÍSTICA , UN POCO DE GRAMÁTICA BIEN EXPLICADA

      Yo no soy víctima de la LOGSE. Tengo 50 años y he tenido la suerte de estudiar bajo unos planes educativos
      buenos, que primaban el esfuerzo y la formación de los alumnos por encima de las estadísticas de aprobados y de
      la propaganda política. En párvulos (así se llamaba entonces lo que hoy es "educación infantil", mire usted)
      empecé a estudiar con una cartilla que todavía recuerdo perfectamente: la A de "araña", la E de "elefante", la I
      de "iglesia" la O de "ojo" y la U de "uña". Luego, cuando eras un poco más mayor, llegaba "El Parvulito", un
      librito con poco más de 100 páginas y un montón de lecturas, no como ahora, que pagas por tres tomos llenos de
      dibujos que apenas traen texto. Eso sí, en el Parvulito, no había que colorear ninguna página, que para eso
      teníamos cuadernos.

      En Primaria estudiábamos Lengua Española, Matemáticas (las llamábamos "tracas" o "matracas") Ciencias Naturales,
      Ciencias Sociales, Plástica (dibujo y trabajos manuales), Religión  y Educación Física. En 6º de Primaria, si en
      un examen tenías una falta de ortografía del tipo de "b en vez de v" o cinco faltas de acentos, te suspendían.

      En Bachiller, estudié Historia de España, Latín, Literatura y Filosofía .
      Leí El Quijote y el Lazarillo de Tormes; leí las "Coplas a la Muerte de su Padre" de Jorge Manrique, a
      Garcilaso, a Góngora, a Lope de Vega o a Espronceda...

      Pero, sobre todo, aprendí a hablar y a escribir con corrección. Aprendí a amar nuestra lengua, nuestra historia
      y nuestra cultura.
      Y... vamos con la Gramática.

      En castellano existen los participios activos como derivado de los tiempos verbales. El participio activo del
      verbo atacar es "atacante"; el de salir es "saliente"; el de cantar es "cantante" y el de existir, "existente".
      ¿Cuál es el del verbo ser? Es "ente", que significa "el que tiene entidad", en definitiva "el que es". Por ello,
      cuando queremos nombrar a la persona que denota capacidad de ejercer la acción que expresa el verbo, se añade a
      este la terminación "-nte".

      Así, al que preside, se le llama "presidente" y nunca "presidenta", independientemente del género (masculino o
      femenino) del que realiza la acción.

      De manera análoga, se dice "capilla ardiente", no "ardienta"; se dice "estudiante", no "estudianta"; se dice
      "independiente" y no "independienta"; "paciente", no “pacienta"; "dirigente", no dirigenta"; "residente", no
      "residenta”.

      Y ahora, la pregunta: nuestros políticos y muchos periodistas (hombres y mujeres, que los hombres que ejercen el
      periodismo no son "periodistos"), ¿hacen mal uso de la lengua por motivos ideológicos o por ignorancia de la
      Gramática de la Lengua Española ? Creo que por las dos razones. Es más, creo que la ignorancia les lleva a
      aplicar patrones ideológicos y la misma aplicación automática de esos patrones ideológicos los hace más
      ignorantes (a ellos y a sus seguidores).

      No me gustan las cadenas de correos electrónicos (suelo eliminarlas) pero, por una vez, os propongo que paséis
      el mensaje a vuestros amigos y conocidos, en la esperanza de que llegue finalmente a esos ignorantes semovientes
      (no "ignorantas semovientas", aunque ocupen carteras ministeriales).

      Lamento haber aguado la fiesta a un grupo de hombres que se habían asociado en defensa del género y que habían
      firmado un manifiesto. Algunos de los firmantes eran: el dentisto, el poeto, el sindicalisto, el pediatro, el
      pianisto, el golfisto, el arreglisto, el funambulisto, el proyectisto, el turisto, el contratisto, el
      paisajisto, el taxisto, el artisto, el periodisto, el taxidermisto, el telefonisto, el masajisto, el gasisto, el
      trompetisto, el violinisto, el maquinisto, el electricisto, el oculisto, el policío del esquino y, sobre todo,
      ¡el machisto!

      SI ESTE ASUNTO NO TE "DA IGUAL", PÁSALO POR AHÍ, A VER SI LE TERMINA  LLEGANDO A LA MINISTRA DE "IGUAL-DA".

lunes, 4 de octubre de 2010

Esto en España no pasa

Hola a todos. Ahí tenéis un artículo del Financial Times. La cosa no tiene desperdicio. Echadle un vistazo.

28.09.2010. Lucy Kelaway

La semana pasada, mientras dedicaba una columna a ensalzar la sencillez del lenguaje de Apple, Steve Jobs intercambiaba correos electrónicos con una joven estudiante que había intentado llevar al límite ese grado de simplicidad.
Chelsea Isaacs, estudiante de la Universidad de Long Island, se puso en contacto con Apple a fin de conseguir más información sobre el iPad para un trabajo que estaba preparando.
Tras intentarlo en seis ocasiones y en vista de que no obtenía respuesta alguna, la joven escribió directamente al consejero delegado para expresar su malestar al respecto. “Estimado Sr. Jobs, me pregunto cómo es posible que Apple preste tanta atención a las necesidades de los estudiantes, ya sea con su último gran producto o a través del servicio de atención al cliente de la compañía, y sin embargo, la oficina de Prensa no haya respondido a ninguna de mis preguntas que son fundamentales para mis resultados académicos”. Jobs respondió: “Entre nuestros objetivos no está el ayudarte a conseguir un buen expediente. Lo lamento”.
Chelsea redactó otro extenso mensaje en el que insistía en que Apple debería haber respondido aunque sólo fuera por cortesía, a lo que el ejecutivo contestó: tenemos más de 300 millones de usuarios y nos es imposible responder a todas las peticiones a menos que haya un problema de algún tipo. Disculpe”.

La estudiante, indignada, aseguró que era cliente de la empresa y que tenía un problema, a lo que Jobs replicó: “Por favor, déjenos en paz”. Aunque es muy probable que no fuera Jobs el que redactara estos correos, con independencia de que lo hiciera o no, se le ha juzgado mal. “No ha mostrado ninguna disposición a ayudar”, se lamentaba the Guardian. Varios de los lectores que más críticos se muestran con Apple me reenviaron el intercambio de mensajes invitándome a rectificar por haber ensalzado a la compañía hace una semana.
Lejos de hacerlo, aquí van algunos elogios más al grupo de Steve Jobs. Aunque puede que el directivo sea un tanto arrogante, si estos mensajes son suyos, le felicito por su claridad y porque estoy convencida de que tiene toda la razón.
La tarea de Chelsea también tiene su mérito. Sin darse cuenta, ha encontrado un asunto mucho más interesante del que hablar que el iPad. No obstante, debería aprender unas cuantas lecciones. La primera, la brevedad. Su primer mensaje tenía 473 palabras. El de Jobs, 12: conciso y fácil de entender.
La segunda, un directivo tiene el derecho de mostrarse grosero con un cliente. Éste no tiene por qué tener siempre la razón, sobre todo si se comporta como lo hizo Chelsea.
Además, en este caso en concreto, la airada respuesta de Jobs redunda en interés de todos. El directivo se limitó a recordarle sus prioridades. Si fuera accionista de Apple, me tranquilizaría saber que ayudar a Chelsea no es lo más importante para la compañía.
En este punto hay que insistir, ya que los estudiantes de hoy en día parecen no entenderlo. A menudo me escriben mensajes del tipo: “Estoy haciendo un trabajo de márketing. ¿Te importaría enviarme todo lo que hayas escrito del tema?” La próxima vez les contestaré directamente: “Pues sí: no me pagan por ello”.
Apuesto a que cuando Jobs era estudiante, si necesitaba ayuda hacía lo que todos nosotros en aquellos tiempos: preguntar al profesor o buscarse la vida. Pero la generación de Chelsea ha crecido pensando que su desarrollo es de interés público. Por desgracia, esta convicción está tan arraigada que los convincentes mensajes de Jobs no han llegado a la generación de la estudiante.
La semana pasada, la joven todavía esperaba indignada a que el ocupadísimo consejero delegado de una de las empresas más destacadas del mundo se disculpara. “No tengo nada en contra de él. Sólo espero que me llame”, aseguró con magnanimidad. Confío en que se quede toda la eternidad esperando esa llamada y que con el tiempo madure y descubra que, en la vida, una pequeña dosis de humildad nunca está de más.
The Financial Times Limited 2010. All Rights Reserved.

Curioso. Vamos a hacer una lista de las cosas que se refieren en este artículo y que probablemente no hubieran pasado de esta misma forma en España. 




En España, este empresario no hubiera escrito en ningún medio ensalzando su lenguaje. El lenguaje no importa en este país, y por supuesto, los empresarios no escriben.


Un superempresario aquí no intercambia correos con chicas estudiantes, a no ser que quiera salir en el sálvame de luxe y que la chica airee que al señor en cuestión, en la intimidad le gusta vestirse de lagarterana con ligueros de leopardo.


Chelsea Isaacs, estudiante de la Universidad de Long Island, se puso en contacto con Apple a fin de conseguir más información sobre el iPad para un trabajo que estaba preparando.


Aquí la estudiante no hubiera necesitado ponerse en contacto con Apple, ya que con el corta-pega de los foros de la red, hubiera tenido más que de sobra. Al ser universitaria, igual al presentar el trabajo imprimido, hubiera quitado hasta los enlaces y anuncios de las páginas copiadas.




Tras intentarlo en seis ocasiones y en vista de que no obtenía respuesta alguna, la joven escribió directamente al consejero delegado para expresar su malestar al respecto.


Aquí eso no hubiera ocurrido, los consejeros delegados de las empresas son ilocalizables. ¿Habéis intentado escribirle un email al presidente de Telefónica?, y además, la mayoría de los estudiantes no intenta seis veces una cosa.


 “Estimado Sr. Jobs, me pregunto cómo es posible que Apple preste tanta atención a las necesidades de los estudiantes, ya sea con su último gran producto o a través del servicio de atención al cliente de la compañía, y sin embargo, la oficina de Prensa no haya respondido a ninguna de mis preguntas que son fundamentales para mis resultados académicos”. Jobs respondió: “Entre nuestros objetivos no está el ayudarte a conseguir un buen expediente. Lo lamento”.


Yo no sabía que Apple, aparte de un descuento misérrimo, prestara atención a otras necesidades que las suyas propias, ni sabía que Apple tuviera una oficina para responder a algo. Será en USA, aquí -os lo dice uno que tiene media docena de trastos Apple-, de lo que Apple se preocupa muy bien, es de meterte la mano en la cartera si tienes la candidez de comprarles un aparato o software. El cliente es intrascendente para ellos y sus puntos de venta, y su servicio técnico y recambios, tienen más o menos los precios de la Mercedes-Benz. Cierto es que el Apple funciona muy, muy bien, pero el trato al cliente y los precios dejan que desear.


También es cierto por otra parte que un estudiante que quiere obtener buenos resultados académicos, debe aprender que no se puede abordar de esa manera a un profesional. La investigación requiere método, es decir, tú no puedes llegar a alguien que tiene un producto y decirle: cuéntamelo todo. No, no es así. En primer lugar tiene que haber un trabajo completo de documentación acerca del objeto a investigar y quien lo produce, y en segundo lugar, el investigador debe ser alguien dispuesto a su vez a aportar un nuevo punto de vista, cosa que debe traslucirse cuando se acude a las fuentes de información, que deben ser complementarias a la aportación del investigador, pero no la razón de ser del trabajo. De no ser así,  la ciencia no tiene sentido, porque se convierte en la reproducción de una fuente ya existente.


Y me diréis que una estudiante no tiene por qué saber eso. Pues sí, una estudiante universitaria debería conocer cuando se enfrenta a esto al menos los fundamentos de la observación científica, y los americanos son los grandes autores en este campo. 


¿Y el inefable Steve Jobs?¿chulesco o en su sitio? Ambas cosas, creo yo. No estoy de acuerdo en que un directivo tiene derecho a mostrarse grosero con un cliente. Ni con un cliente ni con nadie, pero menos con un cliente, porque eso puede costarle un grave descrédito a su imagen, y lo que es peor, en este mundo de redes sociales, unos cuantos millones de dólares en ventas si la cosa se convierte en una campaña mediática. Mal por parte de Jobs en las formas, a mí siempre me ha parecido que no hay cosa peor que un hippy arrepentido y millonario, nunca me han inspirado confianza.


Pero la generación de Chelsea ha crecido pensando que su desarrollo es de interés público. Por desgracia, esta convicción está tan arraigada que los convincentes mensajes de Jobs no han llegado a la generación de la estudiante


Esto es lo que más me gusta de todo el escrito de esta periodista. ¡qué diferencia de USA a España! 


En primer lugar, si esto lo escribe en España, la cuelgan, y yo creo que con razón. Pues sí, querida, el desarrollo de las nuevas generaciones de ciudadanos sí que es de interés público, porque alguien va a tener que gobernar y pagar las pensiones, y una generación de iletrados -que dicho sea de paso, se nos puede venir encima en cualquier momento si esto no cambia-, lo tiene peor para hacer ambas cosas. Sí, somos responsables de la educación de nuestros jóvenes.


En segundo lugar, los "convincentes" mensajes de Jobs no han llegado a esta generación ni van a llegar a ninguna, entre otras cosas, porque ni son convincentes ni son mensajes. El alto ejecutivo según lo que yo veo en este escrito, se ha limitado a decir:  "niña, tu trabajito me da igual, déjame tranquilo, guapa, que en esas cositas no nos entretenemos aquí", y se ha quedado tan amplio. No deja de ser un riesgo asumible por su parte, pero no es un mensaje ejemplificante ni constructivo, no le ha dicho a la niña "las cosas no se hacen así", sencillamente la ha mandado a paseo. Peor para él, un mundo de iletrados no comprará productos Apple. Si esta niña y su generación no aprenden a escribir, no necesitarán procesadores de texto a cien dólares la copia. Si Chelsea no llega a estudiar carrera no comprará el último macbook. Si yo fuera Steve, sería ligeramente más amable con la parroquia, aunque no lo parezca le va el futuro en ello.




En este punto hay que insistir, ya que los estudiantes de hoy en día parecen no entenderlo. A menudo me escriben mensajes del tipo: “Estoy haciendo un trabajo de márketing. ¿Te importaría enviarme todo lo que hayas escrito del tema?” La próxima vez les contestaré directamente: “Pues sí: no me pagan por ello”.


Pues vas a quedar como una reina, paradigma de elegancia y sin prepotencia ni chulería.




La semana pasada, la joven todavía esperaba indignada a que el ocupadísimo consejero delegado de una de las empresas más destacadas del mundo se disculpara. “No tengo nada en contra de él. Sólo espero que me llame”, aseguró con magnanimidad. Confío en que se quede toda la eternidad esperando esa llamada y que con el tiempo madure y descubra que, en la vida, una pequeña dosis de humildad nunca está de más.




Hombre, esto último es una guinda. Chelsea se ha hecho notar, y efectivamente, Steve no lo hará, y la periodista con su dosis de ironía aderezada con un toque de mala leche puede estar tranquila. Metiéndose con estudiantes cualquiera puede.


Quiero tener alumnos con el interés que tiene Chelsea. Si esta niña al año que viene se matricula en mi clase, le voy a dar un sobresaliente. Alguien le ha negado ayuda para mejorar su expediente y la noticia ha dado la vuelta al mundo. Matricúlate conmigo hija, que yo te prometo que te apruebo.


Para mañana me estudiáis la lección 3, de la página  5 a la 6. Y habrá examen aunque sea lunes, así que ya sabéis